Parque de La Memoria 1999
MEMORIA DESCRIPTIVA
Sin ilusión monumental
a los ojos de los vivos la historia
no sería sino una abstracción (…)
Los no lugares
(Mark Augé)
El monumento con la contundencia de su presencia física, espacio y materia, parece no necesitar de la palabra. Pero la palabra que lo nombra, lo desnuda y nos desnuda al develar los contenidos escondidos en sus significados etimológicos.
Monumento: de latín mónere: advertir, avisar, recordar está extrañamente asociado con la palabra “monstruo” ya que comparte la misma raíz.
Entre nosotros los monstruos de la violencia ciega, asolaron un tiempo de la historia Argentina que hoy reclama su monumento para cumplir precisamente con el mandato oculto en su significado etimológico: advertir, recordar, avisar y hacer pensar.
La obra que propongo se inserta en el interior de la tierra está bañada por las aguas del río y el vidrio que la cubre es la sola señal, el resplandor, que recibe el caminante.
Abierta al sutil juego del movimiento de mirar-mirarse, del descubrir-descubrirse, está sustentada simplemente en “lo que se sabe” y no en “lo que se ve” (según Gombrich).
Al invertir la pirámide negando su sentido tradicional de símbolo funerario, de honrar a la muerte, la asocio a los ritos de Mesoamérica, en particular al Cenote Sagrado, cuyo espejo de agua oculta la inocencia.
Pienso que en el imaginario de los rituales arcáicos se halla gran parte de los códigos que utilizamos, sin saber con certeza su sentido ancestral y tangible.
Ni inerte, ni grandilocuente revela la grieta profunda que cursa nuestra historia e intenta encarar la tarea de construir la memoria.
Buenos Aires, 24 de junio de 1999
MARINA PAPADOPOULOS